lunes, 30 de noviembre de 2009

CELEBRAR LAS DERROTAS

Después de mucho cavilar, he llegado a la conclusión de que somos un país donde, en vez de celebrar nuestras victorias, celebramos las derrotas del contrario.
Imagínese usted que hoy jugara la Unión Deportiva Las Palmas contra cualquiera de los equipos de su categoría. Seguro que habría una buena cantidad de hinchas del Tenerife tirando voladores. ¿Porque ganó el Tenerife? No, la cosa es que el Tenerife no juega hoy. Los voladores son porque perdió Las Palmas.
El caso es que si la cuestión se limitara al panorama regional, todo quedaría en casa, pero el problema sobrepasa la frontera local para convertirse en un mal endémico. Pongo por ejemplo a dos ciudadanos cualquiera de mi barrio. Uno es tan fanático del Madrid que su compañera tiene que pasar la vergüenza de arroparse con un edredón que lleva el escudo del Real Madrid en formato "maximegafamiliar". El otro es tan fanático del Barcelona que usa calzoncillos con el escudo del equipo bordado.
Si usted se los tropezara en los minutos posteriores a la finalización de un partido entre los dos equipos, no podría captar el sentido de lo que digo, pues uno estaría alegre y el otro apesadumbrado por el descalabro que supone perder con el máximo rival. El verdadero sentido lo descubriremos cuando los dos equipos pierdan con cualquier otro. Imagínese usted, que el Madrid ha jugado y perdido con el Sevilla y el Barcelona ha hecho tres cuartos de lo mismo con el Betis. En otras circunstancias, para cualquiera de los dos, el Betis o el Sevilla, serían poco más que dos equipos de pueblo, pero hoy no, hoy se han convertido, por el simple hecho de ganar al "enemigo", en el instrumento de la venganza.
¡Hombre de dios!, ¿Cómo puede estar usted tan contento, hasta el punto de tirar voladores (cohetes), cuando el Madrid acaba de perder?. La respuesta descubrirá al momento el sentido de lo que intento decir:
- Tiro voladores porque perdió el Barcelona y eso hay que celebrarlo.
- Óigame, le respondo, yo pensé que estaba celebrando el triunfo del Sevilla.
Entonces, como si un servidor hubiera destapado la caja de los truenos, me soltará la consabida "interrogarfirmación":
-¿"Ustestabobo", cristiano?; espere a que nos toque a nosotros esa partida de gandules y vera la "tupía" que le metemos.
El caballero, que solo conoce Madrid de los telediarios y no sería capaz de ubicarla en el mapa aunque se la pintáramos de blanco, actúa como si su señora madre hubiera roto aguas en la mismísima puerta del Alcalá.
La prensa, conocedoras de las debilidades de la tribu, aprovechará en rebumbio para avivar las brasas con frases lapidarias del tipo: Humillante derrota del "EQUIPO ENEMIGO" ante el "CIRCUNSTANCIAL ALIADO", creando así una espiral que en algunos momentos dará lugar a episodios de violencia bastante desagradables.
Este fenómeno, nos es exclusivo del fútbol, ni si quiera se reduce al ámbito deportivo. Hay una parte de esta sociedad nuestra, acostumbrada a basar su satisfacción en el fracaso ajeno, cuando lo lógico sería alegrarse con el éxito propio.
La madre de Agustín, te abordará con muy mala cara el día de la entrega de notas. Cuando te intereses por el motivo de su enfado, dirá que quiere reclamar la nota de su hijo. Tu, extrañado le dirás:
- ¡Señora, pero si su hijo tiene un nueve y medio! A lo que ella, con el freno puesto en la quijada, responderá
-Si, pero el de mi vecina tiene un diez y quiero saber por que.
Dicen que la envidia consiste en desear el éxito los demás, por eso pienso que este fenómeno consistente en desear el fracaso de los demás, deberíamos bautizarlo con otro nombre... no se, algo así como ¿fracafacción?.

LA RECETA.-
La de hoy es una receta nacida al zoco de la caldera de Tirajana, durante un fin de semana familiar.
Dicen que muchos descubrimientos son el fruto de una casualidad o de varias casualidades y este el caso del "Atún con gelatina de naranja y tomillo". Casualidad fue que Parra apareciera con unos lomos de atún, de la misma manera que fue casualidad mi ocurrencia de meter entre las cosas de cocina un bote con agar agar.
El Agar Agar, que en malayo significa algo así como gelatina, es un espesante, extraído de algas,  con infinidad de aplicaciones entre las que se encuentra la cocina. A diferencia de la cola de pez, tiene la virtud de conservar su estructura cuando la calentamos, lo que permite usarlas para preparaciones en caliente, como la receta de hoy.
De la primera versión, hecha al estilo "aquí te pillo, aquí te mato" a la actual, hay algunas diferencias formales, que contribuyen a mejorar la presentación, pero las características esenciales se mantienen.

LOS MATERIALES.-
600grs de lomo de atún
1 litro de zumo de naranja, mitad agria y mitad dulce.
6grs de Agar Agar en polvo
2 ramitas de tomillo fresco,(4 o 5 varitas)
2 cabezas de gamba, langostino o similar. Da lo mismo porque son para dar sabor.
1 hoja de hierbahuerto
1 Ramita de cilantro
1 diente de ajo pequeño
1 Cucharadita de vinagre de Jerez
Aceite
Sal


LA OBRA.-
Pon a fuego bajo el zumo de naranja, el tomillo, la hoja de hierbahuerto, las dos cabezas de gamba, previamente tostadas y un recorte del atún, dejando que infusione el conjunto hasta el primer hervor. Cuélalo y añade el Agar Agar mezclado con dos cucharaditas de agua, dejando que hierva lentamente hasta que se disuelva el espesante. Vacía la infusión en un recipiente cuadrado, para reducir al mínimo los sobrantes, de forma que el espesor sea de 1cm aproximadamente y reserva en la nevera.
Mezclar 5 cucharadas de aceite, una de vinagre, el cilantro y el ajo picados a la mínima expresión, casi como serrín, y dos o tres granitos de sal gorda, removiendo lentamente para que emulsione. Reservar la mezcla en un dosificador, vale un cuentagotas cualquiera bien lavadito para que no aparezca algún sabor extraño a medicina.

Cuando la gelatina esté fría, cortarla en cuadraditos del tamaño de una caja de fósforos.
Cortar el atún de la misma forma pero  un poquito mas grueso, cosa de 1.5cm aproximadamente.
Pasar los trozos de atún por la plancha a fuego fuerte durante un minuto por cada lado para que el centro adquiera un tono rosado. Hacer bocadillos de atún con la gelatina y colocarlos en una superficie de horno, antiadherente.
Cuando estén todos los bocadillos hechos, quedará una estructura bastante colorida y muy sabrosa: naranja, tostado-rosa-tostado y naranja.
Ahora es el momento de darles un golpe de horno precalentado a 180ºC, cosa de 1 minuto para que la gelatina se atempere y pierda el frío de la nevera.
En el momento de servir, se le hacen un par de líneas con el aceite de cilantro y ajo, se colocan dos o tres en un platito y se acompañan con unos berros bien lavados.
Hasta aquí la receta en versión académica. La de verdad solo la sabemos un servidor, la  cocina de La Tedera y Carlos, Ramón, Juan, Pedro, Carmelo, Martín no estaba y se jeringa, Parra, Luís, Miguel... Las respectivas, mientras tanto, estaban "p'alla fuera" comiendo pistachos, manises  esas menudencias.

2 comentarios:

  1. El viejo dicho "no desear el mal ajeno" es toda una máxima para mi día a día, quizás un retazo difícil de eliminar de mi incrustada cultura cristiana pero que a lo largo de mis años, me he dado cuenta que es una realidad verdadera, como diría Jaimito el de los chistes. O hablando más claramente, "lo que no quieras para ti, no se lo hagas a los demás". Dicen que es una ley universal y que se haya inserta hasta en nuestro ADN. Así que, tanto si gana el Madrid como el Barça, allá ellos que se entiendan y si encima les da para mejorar su negocio, pos mejó que mejó... El Sr. Atún, allá donde se ponga, qué bueno que queda y que bien nos deja. Me voy a volver loca buscando ese Agar Agar. Buen día a tod@s!

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  2. po`s yo que quiere vd. que le diga. A esa "enfermedad", la llamo lisa y llanamente . "Envidia cochina". Y que me perdone la cochina.
    Si quedara sólo en el fútbol, lo peor es que traspasa los limites del comportamiento cívico y
    ahí empiezan los males.

    esa receta no la he probado pero la imagen visual es sugerente.

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