miércoles, 13 de enero de 2010

PARA PEPE, DON JOSÉ, DEUS

Esta mañana, al abrir el correo, me encontré con una noticia que nunca hubiera deseado recibir. Tito Quevedo, Don Jacinto, me comunicaba que tu, Pepe Deus, habías decidido abandonarnos para rediseñarle el cielo en Autocad al mismísimo Dios.
Perdona por no haberme puesto triste, pero no podía. ¿Como iba a hacerlo si tu eras una de las personas más alegres que he conocido? Tal vez si alguien de pensamientos más profundos hubiera escrito algo para ti, habría recurrido a tus grandes logros en el terreno de las nuevas tecnología. En cambio a mi solo se me ocurrió pensar en el día que disfrazado de invidente y con tu perro como lazarillo, te lanzaste a la vorágine del mogollón carnavalero para echarte un par de macanazos en el primer bochinche decente que encontraras.
Puede que los de pensamiento profundo contaran como eras capaz de meter en un manojo de bytes la mismísima Torre Eiffel, pero yo prefiero recordar como presumías con las chaquetas de manufactura casera confeccionadas por tu mujer.
En aquel equipo del Proyecto ÁBACO, todo éramos únicos, pero tu eras mas único que nadie. ¿Quien si no  podía aparecer con un disco de tres pulgadas y media en el bolsillo de la chaqueta para darnos el penúltimo pantallazo del futuro museo de la Ciencia?
Las veleidades de estos nacionalistas de tres al cuarto, adobadas con el revanchismo y la envidia dieron al traste con la ilusión de muchos y convirtieron el honesto y sencillo objeto matemático de madera en monstruoso e inútil celentéreo cuyos tentáculo me consta que te produjeron más de una urticaria. Ya no estás vivo, pero vives porque en cada uno de los que te conocimos, anidará el recuerdo de un hombre bueno.
Mañana, cuando al atardecer el cielo pinte de rojo el horizonte, buscaré tu firma en alguna esquina del paisaje. Seguro que a partir de hoy, Dios ha caído en la cuenta de que su cielo necesita algunos retoques de tu paleta de colores.

LA RECETA.-
Busque algún bar donde tengan una buena pata asada, pida una tapa y una cerveza, siéntese cómodamente  y disfrútela, a Pepe, don José, Deus le encantaba.