domingo, 24 de octubre de 2010

EL CLUB DE LOS SUPERFICIALES

Si usted mira en Internet, puede encontrar informaciones de lo más variopintas, unas muy útiles y otras no tanto, pero parece que últimamente proliferan las voces que se dedican a opinar sobre el aspecto de los demás. Viene esto a cuento de algunas críticas sobre el trasero de Jennifer López, los morros de Nikole Kidman, a la que podemos españolizar con un “Nicolasa Hombre-niño”, o las arrugas de Robert Redford.
Parece más importante la incipiente chepa de Clint Eastwood, este lo españolizan ustedes si les apetece, que los inolvidables Puentes de Madison o la angustiosa Ejecución Inminente.
Dicen que la Nicolasa se ha inyectado Botox para que le crezcan las bembas, pero yo solo recuerdo lo esplendorosa que estuvo en Los Otros o como dio la talla en Australia, Eyes Wide Shut y Cold Mountain.
¿Se imaginan que el premio Nobel de Bioquímica dependiera de si el sujeto dibuja mejor o peor los hexágonos de las cadenas de proteínas?
¡Premio Nobel de Medicina! Alfonsito Cagarrollos por lo bien que pinta los riñones y el corazón.
Puede que el premio Nobel de Física se lo concedieran a Zutanito Fulanez por su diseño del plano inclinado con encaje de blondas.
Es que me la refanfinfla si a doña López se le caen las nalgas, a missis Streep se le reduce la barbilla o las arrugas del Redford son más profundas que el barranco de Guayadeque.
¿Te acuerdas cuando de repente descubrimos a Norma Jeane Mortenson, Marilyn Monroe para los desconocidos, bordando el papel en Niágara o interpretando de forma magistral "I Wanna Be Loved By You"?
¿Que hubiera sido de nosotros si no hubiéramos rascado la superficie de la Marilyn tonta aparente que quisieron vendernos los medios de la época?
Miedo me da pensar que mi vejez está en manos de gente que propone a Fernando Torres como capitán de la selección española de futbol, porque es más guapo y está más bueno.
Menos mal que las listas electorales no las hacen los mismos, porque de ser así corremos el riesgo de “descuageringar” el país… o no, porque a la vista de lo que hay, vaya usted a saber. Si no, que le pregunten a la recién nombrada Ministra de Sanidad a cuenta de las declaraciones del impresentable alcalde de Valladolid. El ¿caballero?, acomodándose a los tiempos que corren en algunos medios de comunicación, en vez de evaluar a la ministra Pajín por sus méritos o deméritos, se tira a las cloacas del “barriobajerismo” más florido, haciendo conjeturas sobre las bembas de la susodicha.
A lo mejor un día, ojalá que sea pronto, somos capaces de valorar a cada quien por sus méritos. Será la única manera de que esta sociedad en la que nos ha tocado vivir, salga de la mediocridad para crear un país más serio. Seguro que podemos, pero habrá que empezar por poner el aspecto físico de cada uno donde le corresponde, en el escaparate de los objetos inútiles.

LA RECETA.-
Hace unos días, encontré en la nevera los restos de lo que en su momento fueron unos tallarines a la carbonara y, basándome en una idea de esas que salen en la tele, conseguí convertirlos en una tortilla de lo más apetecible, tanto que a lo mejor los preparo y los dejo durante un par de días al frio para repetir la experiencia.

Se necesita:
Tallarines para dos o tres personas con su respectiva salsa carbonara. Si no te sale bien, usa la de paquete.
Media cebolla cortada en juliana
Medio pimiento cortado con la misma señora, la juliana esa.
Dos huevos por persona
Sal
Perejil
Aceite de oliva.
La Faena.-
Ponemos a pochar la cebolla y el pimiento, hasta que tomen punto de caramelo. Mientras tanto batimos los huevos, le añadimos la sal, el perejil y los tallarines. Cuando la cebolla y el pimiento estén, se los añadimos a la mezcla bien escurridos. A continuación ponemos al fuego aquella sartén que nunca se pega, le echamos una cucharadita de aceite y vertimos en ella la mezcla para cuajar la tortilla.
La sartén debe estar bien caliente, pero en cuanto echemos el potingue, habrá que bajar la intensidad del fuego para que se haga bien por dentro y no se nos queme por fuera.
La tortilla pega bien con cualquier bebida, pero si el médico te lo permite, aguanta un buen tinto y su cachito de pan de leña.
Valga este Post como un guiño a los asistentes al congreso del Partido Machista Leninista, sector escindido a un cuarto y mitad, que mientra yo me dedico a escribir "bloguerías", se están "jilvanando" un potaje de berros con todos los aditamentos y su vinito de Utiaca.